A 40 AÑOS DE LA INUNDACIÓN DE VILLA EPECUÉN: LAS VIVENCIAS DE NÉSTOR CASTRO, EL BUZO PEHUAJENSE QUE ESTABA ALLÍ CUANDO EL AGUA “TAPÓ TODO”
.............................................
Este 10 de noviembre se cumplen cuatro décadas de la trágica inundación que destruyó Villa Epecuén, el antiguo paraíso turístico del sudoeste bonaerense. La madrugada de 1985, una combinación fatal de lluvias intensas, obras inconclusas y negligencia oficial provocó la rotura del terraplén que protegía al pueblo. Las aguas del lago avanzaron sin freno y cubrieron por completo la localidad.
Todos sus habitantes fueron evacuados de urgencia. En cuestión de horas, perdieron todo: viviendas, recuerdos, comercios y hoteles quedaron sumergidos bajo una masa de agua salada. Fundada en 1921, Epecuén había sido durante décadas uno de los destinos más exclusivos del país, reconocida por las propiedades curativas de su laguna hipersalina, comparada incluso con las del Mar Muerto. Miles de visitantes llegaban cada año para disfrutar de tratamientos terapéuticos, hoteles de lujo y del entorno natural.
Para revivir aquel momento históricamente trágico, esta mañana en los estudios de Del Sol recibimos la visita del buzo pehuajense Néstor Castro, quien por razones de su especialidad se encontraba en Carhué en aquella fatídica madrugada. En diálogo con la 100.5, Castro compartió sus vivencias de aquellas jornadas que quedaron marcadas para siempre. Su testimonio, cargado de imágenes vívidas y emociones contenidas, permitió reconstruir desde la memoria personal el impacto humano de una catástrofe que transformó para siempre el paisaje y la historia de la región.
“En aquellos años, yo iba una semana por mes para trabajar en Carhué con bomberos de la zona. Ya se veía que venía fea la mano y entonces los empecé a preparar en rescate acuático, primeros auxilios y todo lo referente a inundaciones”.
“Tres o cuatro días antes de la inundación, me llamó un amigo que era jefe en ese momento y me dijo si lo acompañaba al terraplén de Epecuén. Fuimos con gente de Hidráulica, policía, de la Municipalidad y otros bomberos. Trajimos unas sogas, bajé por el lado seco y ahí le dije al encargado de Hidráulica que ‘esto no va a aguantar mucho, el terraplén tiene manchones de humedad’. Me dijeron que no y que era imposible que eso se rompiera. El de Hidráulica se enojó conmigo. Cuando estuvimos solos le dije ‘no tenés que engañar a la gente, esto vuela’. Se enojó y me dejó hablando solo”.
“Yo seguí trabajando unos días más en Carhué y a los tres o cuatro días fue lo de la inundación. Me acuerdo que estaba durmiendo, yo no sentí tanto el ruido pero sí una pequeña vibración, y viene el cuartelero diciéndome que algo había explotado. Hicimos sonar la sirena, pero todavía nadie sabía lo que había pasado porque estábamos a varios kilómetros de donde había reventado el terraplén. Luego vino la patrulla y nos dijo que era el terraplén”.
“Era imposible arrimarse porque se sabía que iba a ser una ‘catarata’. Lo primero que hizo el agua fue pegar contra la iglesia y una confitería bailable que tenía una pista giratoria. Al rato desapareció todo, el agua cruzó todo Epecuén hasta llegar a la terminal que estaba cerca de la estación”.
“El terraplén reventó a las dos y media de la mañana; para la madrugada estaba todo tapado. Días antes no quedó nadie en el pueblo, algunos no se querían ir lejos y se quedaron en unos vagones que había en la estación. Fue algo impresionante. Yo, desde arriba de la embarcación, con los remos golpeaba los techos de las casas. Te daba miedo. En Carhué, por la presión del agua, se levantaban 10 centímetros las grietas de brea del asfalto”.
EL ÁNGEL DEL CEMENTERIO
“Años después (1995), cuando yo seguía con los cursos de la Brigada (BERA 7), me dijeron que en el cementerio había un ángel de aproximadamente 900 kilos de mármol de Carrara. Lo habían querido sacar y se les había caído al fondo del cementerio. Lo comenté con los chicos de la brigada, fabricamos una balsa con tambores de 200 litros y nos fuimos a trabajar. En ese momento había cuatro metros de agua todavía”.
Al año siguiente, ese ángel rescatado por la unidad dirigida por Castro fue transformado en “La Fuente del Ángel”, un sitio ubicado en el patio del cuartel de Bomberos Voluntarios de Carhué. Fue inaugurado como parte de las celebraciones por el 32º aniversario del mencionado cuartel en el año 1996.
LA NOTA COMPLETA EN EL SIGUIENTE AUDIO…
Comentarios
Deja tu comentario